La Panadería de Pablo, en Defensa 269, casi esquina Moreno, es mucho más de lo que se puede suponer mirando su
página web o leyendo los distintos comentarios de los sitios especializados.
El lugar es amplio, desde la hermosa puerta de entrada hasta el pequeño jardín del fondo. Un amplio espacio, fragmentado por unas pocas columnas, que agradece su estructura a la inteligente disposición de las mesas. Los boxes son amplios y cómodos. Algunas mesas son muy bajas, en especial las de mármol, pero también las hay normales. Es cuestión de encontrar el rincón apropiado para sentarse y disfrutar de este lugar, en el que la decoración y la comida es minimalista.
Los fines de semana la carta se reduce para ajustarse al brunch. Un brunch que cada uno tiene la libertad de armar a su manera. En mi caso decidí compartir 2 entradas y una ensalada, para poder disfrutar de un postre.
Los huevos revueltos con crujientes jirones de panceta resultó un muy buen comienzo. Deliciosa la fritatta de queso de cabra, con un delicado aroma a limón y ciboulett. La ensalada de langostinos grillados fue un verdadero placer. Un intenso acorde de sabores muy logrados. Delicioso el pan, las bruschettas...Todo bien servido, por mozos cordiales. A veces la espera era más larga de lo habitual, pero los platos lo ameritaban. El semifredo de café y amaretti es sencillamente maravilloso.
Los platos son abundantes, se puede compartir sin problemas, los mozos se toman su tiempo, pero los comensales también pueden hacerlo... estuvimos 3 horas en el local, disfrutando del ambiente, la comida y una buena charla, sin que nadie nos interrumpiera o nos instara a seguir consumiendo.
Quizás las mesas podrían estar más separadas, tal vez los mozos podrían ser 8 en vez de 6... pero no cambiaría nada de la comida, que es lo importante al hablar de un restaurante.
Espero que se animen y lo prueben.