November 07, 2013

Lenta, sangrienta, previsible

La última película de Ridley Scott, el abogado del crimen, bien podría haberse llamado el panadero del crimen o el perejil del crimen, porque si bien en todo momento se llama al protagonista haciendo referencia a su profesión, éste no actúa como abogado, sino como cualquier hijo de vecino.

El elenco no puede ser más espectacular. Brad Pitt, Cameron Díaz, Michael Fassbender, Penelope Cruz, Javier Bardem y hasta Rubén Blades aportan su talento, experiencia y fama a la película. Como si eso no bastase, hay dos actores que, si bien no son tan conocidos, eclipsan por su porte y naturalidad a todos los nombrados: dos guepardos magnìficos, que se adaptan a los caprichos del director sin problemas. Sin embargo todo esto no basta para hacer de esta carísima producción una película siquiera medianamente interesante.
La trama carece de sentido, las escenas siguen unas a otras sin solución de continuidad, y su orden podría alterarse, sin afectar en lo más mínimo el desarrollo de una trama aburrida, previsible y sangrienta.
Cameron Díaz personifica un guepardo muy poco convincente, a pesar de su interesante maquillaje. Michael Fassbender sufre, sin que entendamos muy bien por qué hace lo que hace y Javier Bardem es un simpático inconciente muy creible, pero que no aporta nada a la historia. El problema es que no hay trama, no hay nudo y el desenlace de ese no-nudo es tan previsible que, a pesar de los excelentes efectos especiales, no logra sorprender.
Cormac McCarthy ha escrito buenas películas. Un gran ejemplo es la adaptación de los hermanos Cohen de su novela "No es país para viejos". Sin embargo algo falló, porque la gente se duerme durante la primera parte (confieso haber cabeceado) y, se llena de dudas durante la segunda mitad. Dudas que jamás serán despejadas y que no merecen la pen
a de ser discutidas.
Una película totalmente olvidable. Si puede evitarlo, no la vea.

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