"Venimos de muy lejos, la pelìcula", obra de Ricardo Piterbarg, fue estrenada el 5 de septiembre de 2012 - en conmemoración del dìa del inmigrante - y corrió la suerte que merecía: fue olvidada rápidamente.
Sin embargo hoy, 5 de septiembre de 2013, alguien insiste en ponerla en cartel una vez más, según veo en los amplios afiches del subte porteño. Inexplicable esta obstinación de reflotar el papelón de los Piterbarg cada septiembre.
Aparentemente tal empeño encuentra su justificación en el Premio Especial del Jurado, que le fue otorgado en el Festival de Gramado (Brasil). El hecho de que este cliché de clichés haya obtenido semejante reconocimiento, me lleva a poner en tela de juicio al Festival mismo. Porque no estamos hablando aquí de una obra a la que, quizás, le falta retocar un poco el libreto, o en la que los actores necesitan algunas horas más de ensayo, sino de algo que queda a medio camino completamente y se hunde por su propio peso.
Piterbarg intenta filmar un documental, incluyendo la ficción de la obra teatral que lleva representándose sin mayor éxito hace ya varios años en el galpón de Catalinas Sur bajo el mismo nombre. En una de las tomas "documentales" se menciona, que se recopilaron cientos de historias verídicas de los vecinos de la zona, describiendo las vidas de esos primeros inmigrantes, que llegaron a la Argentina más guiados por la ilusión que por la razón. Me gustaría haber podido conocer alguna de esas historias, no digo varias, me conformo con una. Lamentablemente la película no las rescata, apenas si esboza alguna anécdota y siempre en un nivel tan superficial, que casi pasan desapercibidas. Lo que sí se encuentra, una y otra vez, es el cliché argentino. La puta es francesa, el vasco es bruto y lechero, el argentino es un avivado y los anarquistas son todos buenos y se van a la Patagonia. Se habla una y mil veces de la estructura del barrio y cómo, el hecho de contar con lugares comunes, habría dado pie a una dinámica distinta. Sin embargo, el barrio como tal, no se muestra ni una vez. En dos o tres tomas, cuando lo que se está documentando es la "convocatoria a sumarse al proyecto", otra ficción, porque es evidente que el proyecto está en muy pocas manos, se llega a ver unos edificios y una placita central. Triste, muy triste. Carente de todo vuelo. Muchos recursos interesantes, como los títeres o las canciones tradicionales de cada colectividad, pero puestas al servicio de un guión totalmente raquítico, escrito en un cocoliche patético.
Un trabajo mezquino, que no es digno de aquellos a los que aspira a homenajear.
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